Mientras estaba recibiendo la formación de Doulas, tuve el
lujo de ser invitada al parto de una amiga. Ella se llama Eli, y justo el año
anterior había hecho la formación de Doulas, así que tras tener dos niñas en el
hospital, decidió tener a su tercer hijo en casa.
Durante esa época, yo estaba trabajando como consultora informática y me quedaban dos tres meses de trabajo, pues había decidido dejarlo porque era una trabajo que me estresaba y con el que no me sentía a gusto. Así que yo le comenté a mi jefe que necesitaría tomarme unos días cuando llegara el parto, y él me dijo que sí, que sin problema, siempre y cuando me pillara en Madrid. Y justo la semana probable de parto me mandó a Córdoba a trabajar.
Yo estuve toda la semana muy nerviosa pensando que no podría ir, pero Antonio decidió nacer más tarde, así que me puso las cosas más fáciles. Pero justo la semana siguiente volvieron a mandarme a Córdoba. Ahora, yo ya enfadada, decidí que mi prioridad era el parto, así que el sábado por la mañana, le escribí un email a mi jefe diciéndole que iba a Córdoba siempre y cuando pudiera irme de allí en cualquier momento para asistir al parto (en realidad era Pozoblanco, que no tiene especialmente una buena comunicación, jeje).
Durante esa época, yo estaba trabajando como consultora informática y me quedaban dos tres meses de trabajo, pues había decidido dejarlo porque era una trabajo que me estresaba y con el que no me sentía a gusto. Así que yo le comenté a mi jefe que necesitaría tomarme unos días cuando llegara el parto, y él me dijo que sí, que sin problema, siempre y cuando me pillara en Madrid. Y justo la semana probable de parto me mandó a Córdoba a trabajar.
Yo estuve toda la semana muy nerviosa pensando que no podría ir, pero Antonio decidió nacer más tarde, así que me puso las cosas más fáciles. Pero justo la semana siguiente volvieron a mandarme a Córdoba. Ahora, yo ya enfadada, decidí que mi prioridad era el parto, así que el sábado por la mañana, le escribí un email a mi jefe diciéndole que iba a Córdoba siempre y cuando pudiera irme de allí en cualquier momento para asistir al parto (en realidad era Pozoblanco, que no tiene especialmente una buena comunicación, jeje).
Así que después de superar mi miedo y escribir el email,
salí de casa para asistir al seminario “ Doula, el arte de acompañar”, y pensé,
que bien, podré asistir al curso antes del parto, y seguro que me ayuda un
montón. Pero nada más entrar en el metro (estaba en Madrid), recibo un mensaje
diciendo que tiene las primeras contracciones, que me lo tome con tranquilidad.
Pero claro, el parto era en Málaga, así que volví a casa, cogí la maleta, y me
monté en el primer tren camino a Málaga. Llegué a casa de Eli la primera, al
medio día.
Le pregunté a su marido que tal estaba, y sólo me dijo que
las niñas estaban todo el rato montándose en su barriga, y que eso le estaba
agobiando un poco, pero que por lo demás bien. Así que cuando llegué pensé,
acompañar un parto no lo he hecho nunca, pero de niños sé un rato… así que
desde que llegué me lo pasé con ellas, Eli que tenía 5 años y María que tenía
2.
Así que Antonio, el marido de Eli y padre de estas tres
hermosuras, nos preparé la comida, perritos calientes para las niñas y a la
madre creo que una sopa o algo, que no llegó ni a probar, porque ella estaba en
otra cosa… Estábamos las tres en un sofá viendo la película de Polar exprés,
que Eli fue la única que la vio entera, porque María y yo nos dormimos la
siesta. Eli madre estaba en el otro sofá, con contracciones a cada rato, y de
cuando en cuando se montaba en la pelota, andaba por la casa…
Y así poco a poco fueron pasando las horas, y las
contracciones iban acercándose más, Eli empezó a estar más tiempo en su cuarto,
mientras las niñas y yo estábamos jugando en la salita, y Antonio preparaba
todo lo que Eli iba necesitando. Incluso le colocó una barra en el pasillo para
que pudiera agarrarse. Poco a poco, Eli iba gritando más, pero no se le veía
dolor, si no más bien liberación, era como si cada contracción aprovechase para
abrir la boca e ir soltando algo.
Recuerdo que lo único que le ponía nerviosa a Eli era que
sus niñas se preocuparan por los gritos, así que cuando ellas le preguntaban
que por qué gritaba, ella decía que estaba llamando al bebé, que le ayudaran a
llamarle, así que ellas gritaban con mamá. Y para mí, fue muy bonito un momento
en que Eli se apoyó en la pared, las manos y la cabeza para la contracción. Yo
me coloqué detrás, y le puse mis manos en los riñones (que un rato antes ella
misma me había colocado las manos donde ella necesitaba), apoyé mi cabeza en su
espalda y respiré tranquila, sintiéndome con ella. En ese momento, su hija Eli
estaba en la cama de pie, y me dice, ¿Por qué le haces eso a mamá? ¿Por qué la
quieres mucho? Y le digo Sí, tú también las quieres mucho ¿verdad?, y me dijo
sí, mucho. Para mí, fue un momento muy bello que nunca olvidaré.
Así fue pasando el tiempo, que fue bastante rápido, y Eli me
dice que quiere que le ponga la bañera, así que empezamos a llenarla de agua
caliente para que estuviera un rato de su dilatación en el agua. Mientras
poníamos la bañera llegó la matrona. Ella muy sabia, cuando escuchó las contracciones
de Eli por teléfono un rato antes, decidió venir porque sabía que ya estaba de
parto. Me hizo mucha gracia un momento antes de entrar en la bañera, que Eli me
dijo yo no sé ni si he dilatado. Y claro, cuando a una mujer no le recuerdas
los centímetros que lleva dilatados, o todo lo que le queda, ni tiene un
monitor en que mirar las contracciones, deja de pensar, y entonces el parto
actúa con más rapidez, de forma que ni ella sabía cómo iba, cuando había dado a
luz dos veces antes.
En este momento estábamos en el baño la matrona, Eli,
Antonio y yo. Mientras que en la salita las niñas ya estaban acompañadas por
los abuelos paternos y otra amiga de Eli que también es Doula.
Ya se metió en la bañera, y la matrona me colocó una
almohadita en el suelo, para que yo estuviera abrazando a Eli. Así que una de
las cosas más bonitas que he vivido en mi vida ha sido ésta. Estar agarrando a
Eli por la cabeza, y sentir como gritaba con cada contracción, y como se
relajaba cuando terminaba. En ese momento, su rostro estaba relajado y a ella
se le veía muy tranquila. Mientras Antonio estaba calentando agua, para que Eli
no pasara frío. Y recuerdo además, cómo la matrona le preguntaba a Eli,
¿quieres parir en el agua? Porque si es así, necesitamos más agua caliente, el
niño no puede nacer en agua fría.
Así que entró Antonio con más agua y Poli, su amiga Doula
que estaba allí. Entonces, yo pensé, ella es Doula, y además su amiga, así que
le cederé mi puesto que para mí era un privilegio Así que me levanté y le dije
que se pusiera en mi sitio. Salí del cuarto de baño, y me fui a jugar con las
niñas.
Al rato, veo que Poli está también con las niñas, y pienso,
si Poli está aquí, ¿quién está con Eli? Estará Antonio. Y entonces pienso, ¿Quién
está pendiente al agua? Y en ese momento, voy a la cocina, y veo las hoyas de
agua hirviendo. Así que voy corriendo al cuarto de baño para preguntar si
necesitan agua y veo lo siguiente:
Eli a cuatro patas apoyada en el retrete, Antonio
abrazándole y la matrona con los guantes en la mano esperando a que saliera la
cabeza. ¡No me lo podía creer! Estaba de parto… así que Antonio me dijo que
entrara, cerré la puerta y me agaché para no molestar mucho. De repente ella
dijo “No puedo”, y recordé del curso de Doulas, que ése, es el momento del
parto, y la matrona le dijo “Claro que puedes Eli”. Al poco, salió la cabeza, y la matrona y yo
fuimos las primeras en verla… fue un momento tan emocionante, que pienso que toda
persona debería ver un nacimiento, ¡porque es lo más bello del mundo!!!!! Y ya
al poco, salió el resto del cuerpo. La matrona se lo pasó por debajo a Eli, que
fue la primera en cogerle, mirarle, abrazarle, besarle… Yo me di cuenta que vi
en Eli una mujer poderosa, fue lo primero que sentí
Y en ese momento decidí irme, pues ya éramos demasiados en
el cuarto de baño.
Corrí a la salita para contar que ya había nacido y que todo
estaba bien, porque sabía que estaban nerviosos, sobre todo la abuela. Recuerdo
que le di varios abrazos esa noche y notaba su tensión, pero se mantuvo
callada, esperando, para no intervenir.
Con la emoción, las niñas, la abuela, Poli… fueron a ver a
Antonio, lo que pasa es que estaba llorando porque le costaba coger la teta.
Así que Eli estaba un poco incómoda y el niño no terminaba de relajarse (cuando
hablamos a la noche, me dijo que le hubiera venido bien algo blando para apoyar
la espalda), pero con paciencia, consiguió coger el pecho, y salió la placenta.
Al rato, estaba la madre en la cama con su niño y su marido
y sus niñas conociéndole. Y todos muy felices y contentos con la llegada de
Antonio.
Antes de irme a la cama, hablé con Eli de los momentos del
parto, y los dos momentos más bonitos para mí, también fueron muy bonitos para
ella, y me encantó poder compartir con ella la experiencia.
Decidí quedarme allí a dormir, y al día siguiente coger el
tren de vuelta a Madrid para hacer el segundo día del seminario. Y cuando le
comenté a mi madre que no le vería ese fin de semana se enfadó un poco conmigo.
Así que me fui a la cama un poco triste por no contentar a mi madre y por cosas
que consideraba que había hecho mal durante el acompañamiento (yo siempre
juzgándome).
Ahora, miro atrás, y soy consciente de que Antonio me eligió
para estar ahí, pues nació justo el fin de semana que yo podía estar, y encima,
me ayudó a enfrentarme a mi jefe. Además, entré en el cuarto de baño justo en
el momento del nacimiento, así que sé que tenía que estar allí, y que no hay nada que podamos controlar. Le
agradezco mucho a Eli y Antonio que me invitaran a estar en el parto, porque
para mí, ha sido lo más maravilloso que he visto nunca. Le agradezco a las
niñas su acompañamiento, pues ahora soy consciente que ellas son las que me
acompañaron a mí. Y sobre todo, agradezco a Antonio, el bebé, por haberme
elegido para estar en su nacimiento.
Desde entonces, esta familia ha pasado a ser muy importante
en mi vida, os quiero mucho a los cinco!!!!
Fdo: Emilia Jiménez
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