Llevaba
mucho tiempo queriendo hacer un ejercicio
de perdón, pero como siempre, hasta que no fue el momento, no saqué las
fuerzas, ni el tiempo para hacerlo.
Finalmente
un día soleado, me fui en mi coche, con una mochila a pedregalejo. Cuando
llegué allí, saquí mi mochila, me metí en la arena, y empecé a coger piedras.
Hice un repaso a toda mi vida, desde mi propia conecpción, nacimiento, colegio…
hasta el momento en el que estaba. Y decidí coger una piedra por cada enfado
que había tenido. Aunque ya se me hubiera pasado, decidí que pondría en mi
maleta, todas las cóleras que recordara en ese momento.
Así que me puse manos a la obra, y a cada piedra le puse el nombre de alguien con quien me hubiera enfadado en algún momento de mi vida. Y según el enfado, la piedra era más grande o más pequeña. Estuve bastante rato hasta que finalmente terminé, la piedra más grande, era la mía.