Era una mañana como cualquier otra. Yo, como siempre, estaba de mal
humor. Te re ...gañé porque estabas tardando demasiado en desayunar, te grité
porque no parabas de jugar con los cubiertos y te reprendí porque masticabas
con la boca abierta. Comenzaste a refunfuñar y entonces derramaste la leche
sobre tu ropa. Furioso te levanté por los cabellos y te empujé violentamente
para que fueras a cambiarte de inmediato.